“Para terminar necesitaremos voluntarios y voluntarias para nuestro coro, será nuestro coro especial de Coslada”, y una docena de personas del público aceptó la invitación del cantante Miguel Ángel Escrivá. Así, por todo lo alto, literalmente, finalizó el concierto de Santero y los Muchachos sobre las tablas del Teatro La Jaramilla.
Con su actuación comenzaba una nueva edición del ciclo Coslada Sonora con cerca de 300 asistentes de todas las edades, incluidas familias al completo, que llenaron prácticamente el recinto para disfrutar del grupo valenciano. Es una prueba más del éxito que esta propuesta tiene entre la ciudadanía del municipio.
“Tenía ganas de ver a Santero, pero aún no había podido. Entonces me enteré de este concierto en el barrio, en La Jaramilla, y hemos venido unos cuantos”, comentaba entre canción y canción Sergio Ortiz, componente de la banda local Gorila Flo.
Gracias al Ayuntamiento de Coslada, a través de su Concejalía de Cultura, las vecinas y los vecinos pueden acceder a la música en directo sin necesidad de desplazarse hasta otras ciudades y a unos precios más económicos.
“Un ciclo como este Coslada Sonora resulta más que valioso, nosotros lo vemos como algo necesario. Además, los ciclos especializados, las salas y los festivales se retroalimentan», en palabras de Miguel Ángel Escrivá de Santero y los Muchachos.
En ese sentido también se manifiesta María Solá, la artista de origen argentino que lidera el proyecto Jordana B, que protagonizará el 5 de abril el siguiente concierto en La Jaramilla. Solá se declara «plenamente consciente de lo necesarias que son estas iniciativas, tanto para los artistas como para el vecindario. La música, de la clase que sea, es algo que debe llegar a todos los rincones. Y si es en un teatro, ¡mejor que mejor!».
Mayoría femenina
Precisamente ellas son mayoría en esta edición de Coslada Sonora, algo que también hay que destacar según María Solá.
“El rock femenino, el punk femenino o el trap femenino no son géneros”, reivindica la joven, que va más allá: “no necesitamos que se creen nuevos espacios para nosotras, nos basta con que se nos deje existir, con que se nos nombre, porque lo que no se nombra, no existe. Nosotras llevamos existiendo en esta industria mucho tiempo”.
Coincide con este planteamiento Sandra Bautista, quien cerrará el ciclo junto con Raquel Lúa el 10 de mayo en el Café Teatro del Centro Cultural Margarita Nelken: “Veo que hay movimiento por parte de las instituciones y también desde los colectivos, veo más mujeres a mi lado atreviéndose a ocupar espacios”.
La artista catalana igualmente aplaude “cada vez que se toma una buena decisión desde las administraciones fomentando iniciativas como esta, la cultura va de la mano de la educación y son los dos pilares de una sociedad sana”.
Además, Sandra Bautista expone que este ciclo Coslada Sonora no solo permite que artistas como ella puedan tocar frente a nuevos públicos, sino que también “es el remedio a un círculo vicioso; las artistas mal llamadas emergentes muchas veces no podemos tocar a entrada en una ciudad nueva porque no tenemos seguidores allí y, a la vez, no podemos llegar a esos seguidores si nunca tocamos frente a ellos”.
Alternativa local
Ahora que, según la Asociación Estatal de Salas Privadas de Música en Directo (ACCES), el número de salas de conciertos (que programan al menos dos al mes) apenas alcanza las 400 en todo el país, las propuestas impulsadas desde la administración local resultan más valiosas si cabe.
“Hay más bandas que nunca y todas necesitan exponerse. Una banda en una sala o en un recinto similar está tocando para su público. Disponemos de más tiempo y cuidamos mejor los detalles. No como en un festival, por ejemplo, donde todo se reduce y cuida menos”, afirma Miguel Ángel Escrivá de Santero y los Muchachos.
De hecho, en el centro de Coslada solo se mantiene abierta una sala de conciertos, la Sala Venom. Desde la dirección del local apuntan que “el formato de sala pequeña permite tener a las bandas mucho más cerca e incluso charlar o tomar algo con ellas”.
Los responsables de Venom reconocen que se trata de “un oficio que requiere mucho esfuerzo” y, además, la situación de estos locales empeoró a causa de la pandemia. Sin embargo, no tiran la toalla: “las salas de concierto no se extinguirán gracias al apoyo de todos, incluidos público, músicos, promotores, propietarios e instituciones. Las salas de concierto son cultura, un bien muy preciado y escaso”.
En 2022 la Concejalía de Cultura renombró los Viernes Sonoros. Así nació el ciclo Coslada Sonora, todavía con mascarillas y otras medidas de seguridad propias de la pandemia. Su objetivo era completar la programación escénica y ofrecer conciertos en distintos espacios escénicos municipales, aunando artistas conocidos y emergentes.
Precedentes de primera
En 2022 tuvo lugar la actuación de Coque Malla en el Teatro Municipal de Coslada, quien ofreció un ensayo general con público, Mi nombre es Coque Malla, antes de presentar su nuevo espectáculo en solo diez ciudades.
Ese mismo año, Jorge Drexler y Rulo y la Contrabanda disfrutaron de una residencia en el espacio escénico cosladeño y ofrecieron sendos ensayos generales abiertos al público con motivo de Coslada Sonora, como hiciera antes Coque Malla.
En 2023 la gira Punto y Seguido de Pancho Varona se sumó al cartel de una nueva edición del ciclo. En el Teatro Municipal, el artista repasó 40 años junto a Joaquín Sabina y otras canciones compuestas para artistas de la talla de Ana Belén, Miguel Ríos, Ana Torroja, o Manolo Tena. Coslada Sonora se completó aquel año con Diego Vasallo, intérprete y compositor conocido por su trayectoria en Duncan Dhu.